Estudiar diseño de modas en el Fashion Institute of Technology en NYC
Les fans del programa recordarán que, además de tener a Nueva York como el centro de todo, les diseñadores usaban las instalaciones de Parsons, una de las universidades de moda más reconocidas a nivel mundial. Como era de esperarse, yo me obsesioné no solo con la ciudad sino con estudiar en esa universidad. Long story short, Parsons es increíble pero extremadamente cara y mis papás, como ya era costumbre, me bajaron de mi nube diciéndome que podía ir si quería y me aceptaban, pero que tendría que endeudarme. Aunque luego lo hice para poder estudiar la maestría en Parsons Paris (historia para otro post), eso no era algo que quería hacer cuando recién estaba empezando mi carrera.
Como para ese momento yo ya sabía absolutamente todo de los programas de diseño de modas alrededor del mundo, no solo tenía a Parsons como opción — en realidad tenía dos: Parsons y el Fashion Institute of Technology (FIT), que es una universidad estatal con un programa de diseño de modas igual de bueno y reconocido y que cuesta la tercera parte que Parsons.
En mi caso, como Mod’Art es un instituto, no me convalidaron nada y tuve que hacer los dos años. Este fue también el caso de amigas y conocidas que llegaban ya con un título en moda pero de institutos entonces, en realidad, es muy común ver estos casos en la universidad. Lo bueno de esto es que, al postular con algo de experiencia, ya estás mucho más calificada que les postulantes que recién salen del colegio. Y esto es algo importante que considerar: la admisión a FIT es extremadamente competitiva y algunes dicen que hasta más que a Parsons. ¿Por qué? Porque al ser universidad estatal es bastante más barata y atrae a postulantes que de ninguna manera podrían pagar una mensualidad tan alta como la de Parsons pero que son igual de talentosos que los que postulan a esa universidad. Por otro lado, FIT tiene conexión con el Fashion Industries High School, un colegio especializado en educación en moda, y es muy común que un gran porcentaje de exalumnes del colegio sean aceptados en FIT.
Llegó un punto, incluso, en el cual me preguntaba (¡desesperadamente!) si había tomado la decisión correcta. Pero, como la vida es muy sabia, hacia fines de ese primer semestre me di cuenta de que tenía que pasar por ese proceso de repaso para poder llegar a todo el nuevo contenido que empecé a ver luego. Y es que lo más difícil durante esos primeros meses fue, en realidad, el idioma. Para ese momento yo ya me consideraba 100% bilingüe pero lo que no consideré fue que, al llegar con todos mis conocimientos en español, tendría que aprender lo mismo pero en inglés. Y esto fue un problema, especialmente en las clases de patronaje ya que todo era oral. Es decir, las profesoras explicaban el proceso mientras trabajaban ya fuera el patrón o el tocuyo en el maniquí y rara vez apuntaban los términos que usaban en la pizarra.
Y aquí vale la pena hacer una pausa para explicar que, para entrar a FIT, tienes que tener una buena base técnica y, por eso, se esperaba que todes conociéramos los términos técnicos. ¡Yo los sabía todos pero en otro idioma! No quieren ni ver mis apuntes de esa época — recuerdo claramente escribir las palabras como sonaban y luego darme cuenta de que la palabra real no tenía nada que ver con lo que había apuntado. A eso sumémosle el aprender a trabajar en pulgadas — ¡agotador!
Por otro lado, a eso hay que sumarle los cursos generales (llamados cursos de liberal arts en inglés), alguno que otro de carrera (como alguno de diseño por computadora o textiles) y los de educación física. Ajá — FIT, por ser universidad estatal, tiene como requisito llevar dos cursos de educación física en el primer año y lo increíble es que hay muchas opciones para elegir — yo llevé ballet y jazz. Además, y como parte del requisito de liberal arts de ciencias, llevé un curso de nutrición. Cero relacionado a mi carrera pero son esos los cursos que, a mi parecer, te dan una formación mucho más completa. Y la verdad que esos cursos, por más que no eran fáciles, eran un buen descanso entre tantos enfocado en moda.
Como se imaginarán, mis días eran larguísimos. Habían días en los que empezaba clase a las 9am y terminaba a las 9pm, con solo algunos breaks muy cortos en el intermedio. Y aquí quiero volver a mencionar que estos cursos en FIT son considerados como básicos pero que, en otros lugares, son cursos de maestría. Esto lo sé porque conocí a cuatro italianas que estaban de intercambio en la universidad, que venían de una maestría en diseño de modas en Italia, y que estaban llevando los mismos cursos que yo.
Mi segundo año fue bastante más “ligero”— tal vez porque ya estaba acostumbrada a ese ritmo. Ese año aproveché en hacer prácticas en Badgley Michska, uno de mis sueños más grandes. En mis meses allí tuve oportunidades increíbles. Por ejemplo, hice el patrón para uno de los caftanes que se presentarían durante el market week en París. Esto además me hizo confirmar que soy muy buena haciendo patrones pero, aunque es algo que realmente disfruto, no es algo que me veía haciendo a largo plazo. Y es que, realmente, no hay nada como aprender en la práctica. Además de los tantos conocimientos que se adquieren, en las prácticas (o pasantías) puedes empezar a definir qué es lo que realmente quieres hacer. Y ese fue el caso con mis prácticas en Badgley Mischka. Este fue mi último trabajo en diseño antes de entrar al trend forecasting porque allí descubrí que, aunque amaba estudiar diseño, trabajar en eso no era lo que quería.
Y ya para terminar, quiero mencionar que el vivir en NYC como estudiante y con un presupuesto limitado no me permitía tener la vida que tal vez muches imaginan que se tiene en esta ciudad pero, para alguien tan obsesionada con su carrera como yo, lo importante era sacarle el jugo a todo lo que yo quería y buscaba. Fueron años intensos que no cambiaría por nada y, aunque en el camino dudé cantidad de veces, 10 años después de eso puedo decir que fue la mejor decisión. Al graduarme empecé a practicar en Fashion Snoops por los contactos de la universidad y tres meses después me contrataron no solo por mi desempeño sino porque la persona que que me recomendó conocía perfectamente mi ética de trabajo. Y fue ese trabajo el que despertó mi pasión por la investigación (en este IGTV cuento un poco sobre este cambio).